martes, 1 de enero de 2019

LAPICEROS

                                     

El espacio para tus ideas



EL PARQUE ENCANTADO
Foto tomada de la web, para dinamizar la narración.


Había una vez un parque en una pueblo muy pero muy lejano, sin nombre y para variar esta ubicado en una muy alta, tan alta que el sol casi no salia, pues parecía estar el pueblo mismo abandonado nadie salia a jugar ni a pasear, desde hace mucho.
Allí solo vivían unos ancianos, que salían de vez en cuando en busca de los rayos del sol para calentar sus adoloridos hueso.
Un día don Abel, el hombre más adulto salio al patio de su casa como todas las tardes, más su espera fue larga esa tarde la neblina había caído tanto que no se podía ver, sin embargo desde sus patio vio como un fuerte rayo de sol atravesaba la espesa neblina, y vislumbraba en el abandonado parque.
Decidió caminar hasta el, a paso lento llego el sol era tan radiante que enceguecía los ojos.
don Abel, casi no podía ver pero sin temor decidió entrar y que el rayo de luz lo abrigara en tan fría  tarde.  Como  por arte de magia el peso de los años parecían haberse borrado que maravilla puedo correr, puedo saltar que alegría dijo don Abel.
En eso apareció de entre los arbusto un pequeño niño, hola como te llamas dijo don Abel, soy Doruk dijo el niño, ¿no eres de aquí verdad? pregunto don Abel, si lo soy siempre e estado aquí pero nadie del pueblo te conoce dijo don Abel.
Se equivoca dijo el niño vivo aquí, son ustedes los que no salen se la pasan encerrados en sus casas, comprende niño ya no tenemos edad para salir a jugar.
Si que pena me di cuenta todos lo jóvenes se han ido  a las grande ciudades y ustedes ya no salen a divertirse como cuando eran jóvenes.
Recuerdas Abel como cuando eras niño y solías jugar hasta el anochecer, y tu como lo sabes niño. yo siempre e estado aquí soy la alegría y del parque, y me e presentando a tí, para que invites a los pocos que quedamos aquí y los invites a salir y convivir. 

Al día siguiente don Abel, salio a conversar con los pocos que quedaban en el pueblo para hacer una minga, y a pesar de sus avanzadas edades, limpiaron el parque cuanto pudieron.
Al día siguiente el sol brillaba a todo esplendor, los vecinos salieron a jugar en el parque sonde el sol parecía sonreír de verlo nuevamente sonreír.


Autores:

Luis Quishpe.
Jhon Toaquiza. 
Isaiber Silva.

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